WILLIAM HEARD
KILPATRICK
(1871-1965) Landon E. Beyer
1En los
medios educativos de los Estados Unidos, William Heard Kilpatrick es conocido
sobre todo
como colega
y colaborador de John Dewey, con quien trabajó en el Teachers College de la
Universidad
de Columbia. Kilpatrick es también conocido por haber desarrollado y promovido
el “método de los proyectos”
2 Sin
embargo, la vida, las ideas y la dedicación de William Heard
Kilpatrick
van mucho más allá de estos datos relativamente superficiales. En este ensayo,
expondréy analizaré algunos de los principales rasgos de las ideas y
actividades de Kilpatrick, e intentaré presentar un retrato más completo de
esta importante figura de la historia de la educación progresista.
William
Heard Kilpatrick nació el 20 de noviembre de 1871, hijo primogénito del
Rev erendo Dr. James Hines Kilpatrick y de su
segunda mujer, Edna Perrin Heard. Se habían casado el 20 de diciembre de 1870.
Antes de aquel matrimonio, el Reverendo Kilpatrick, entonces viudo, había
criado los tres hijos y dos hijas que le dió su primera mujer. El mayor de los
Kilpatrick se había afincado en White Plains (Georgia) en 1853, después de licenciarse
en la Mercer University con el objetivo de dedicarse a la enseñanza. Sin
embargo, después de un año de docencia, se hizo pastor de la Iglesia Bautista
de White Plains, posición que ocupó hasta su muerte, en 1908. El Reverendo
Kilpatrick fue, más que un simple miembro influyente del clero, una figura
central en las actividades políticas, cívicas y jurídicas de aquella pequeña
comunidad agrícola. Incluso se decía de él que había “sacado las muelas a
muchos de los que venían a visitarlo ” – una habilidad que había aprendido
cuando era propietario de una plantación de 640 hectáreas heredada de su padre,
donde tenía bajo su responsabilidad al menos a treinta esclavos
3 Sus ideas
religiosas, así como su
personalidad
y temperamento, ejercieron una gran influencia sobre William y, en algunos
aspectos, marcarían de forma duradera su carácter.
El padre de
Kilpatrick era un hombre austero, meticuloso, adusto y desprovisto de sentido del
humor. El Reverendo Kilpatrick inculcó en su hijo el férreo hábito de llevar un
registro escrito de sus actividades, hábito que acompañaría a William a lo
largo de su vida. En efecto, éste conservó un diario en el que escribía día a
día, y que en 1951 constaba de unos 45 volúmenes. Además, numerosas cartas a su
familia y amigos. También heredó de su padre el hábito de una reflexión clara,
meticulosa y bien desarrollada, así como el de trabajar incansablemente. Más
tarde, William sería conocido por dedicar mucho más tiempo a sus actividades
profesionales que la mayoría de los universitarios. A menudo sentía remordimientos
porque el tiempo que consagraba a la docencia y a la investigación lo alejaba
de su mujer y sus hijos. Ya de joven, era conocida su ambición de tener éxito y
convertirse en una figura destacada. William también aprendió de su padre a
rebelarse contra las desigualdades y a expresar con firmeza ideas, que aunque
fueran poco populares, estaban firmemente arraigadas en él.
La madre de
William equilibraba en parte la actitud austera y sobria de su padre. “Heard”
(el nombre con que se llamaba cariñosamente a su hijo) aprendió de ella el
valor del sentimiento de
2 pertenencia,
y a tener confianza y seguridad en sí mismo. De su madre, Kilpatrick dijo:
“Ella me ayudó desde muy pronto a aprender a no ser egoísta a dar a los demás
lo que les correspondía; esto me ayudó desde muy pequeño a equilibrar las
exigencias personales que podrían haber sido egoístas con los derechos y las
exigencias de otras personas.”
4 Al
parecer, la relación de William con su madre también contribuyó a moldear su disposición
y su carácter, e incluso influyó en su labor docente. En repetidas ocasiones,
Kilpatrick atribuyó sus logros en la docencia “al hecho de que [su madre] le
había inculcado la ‘delicadeza’ hacia los demás, y le había enseñado a no herir
a nadie, por humilde que fuera su condición social”
5 Es muy
posible que la estrecha relación que Kilpatrick tuvo con sus alumnos, de la que
hablaremos más abajo, fue fomentada inicialmente por aquella
“delicadeza”
observada en su madre. El primer contacto de William Heard Kilpatrick con la
enseñanza superior tuvo lugar en 1888, cuando se matriculó en la universidad
donde había estudiado su padre, la Mercer University en Macon (Georgia). Sin
embargo, sus experiencias en ella no fueron tan fructíferas como, al parecer,
habían sido para el Reverendo Kilpatrick. Al comenzar el tercer curso, William
aún no tenía claras sus ambiciones profesionales y, en un sentido más amplio,
no había encontrado una orientación para su vida. Si bien era un alumno
brillante en lenguas antiguas, y más tarde enmatemáticas, no tenía una idea
clara de lo que podría ser su orientación profesional pues, al igual que sus
hermanos, decidió no seguir los estudios teológicos para hacerse pastor. Sin
embargo, durante el tercer año, Kilpatrick descubrió un libro que tendría un
impacto duradero en su vida personal y profesional. Considerando el perfil
ideológico del estricto ambiente religioso en que había crecido, Kilpatrick
sólo había oído decir que
El origen de
las especies era una obra digna de desprecio, un libro que sólo interesaba a
los impíos ateos
6 Sin
embargo, la curiosidad de Kilpatrick era tal que finalmente pidió prestado el
libro en una biblioteca de Mercer. Esta obra moldearía en gran medida su
filosofía general de la educación y orientaría su enseñanza. A propósito del descubrimiento
de esta obra, La evolución de las ideas de Kilpatrick sobre la educación y la
filosofía
Después de
dejar Johns Hopkins por segunda vez, en 1896 Kilpatrick aceptó la plaza de
director de la escuela primaria Anderson, en Savannah (Georgia). Fue profesor
de 7º de primaria y responsable de nueve profesores y más de cuatrocientos
alumnos. En esta escuela, Kilpatrick tuvo la posibilidad de profundizar su idea
de que no debería existir separación entre los alumnos y el profesor (es decir,
que debería existir una relación recíproca entre ambos), y que los alumnos
debían saber que el profesor defiende sus intereses. Kilpatrick pensaba desde
hacía algún tiempo que esta relación estaba desvirtuada por la práctica de
poner notas a los alumnos y de enviarlas a los padres. Así, convenció al
representante de las autoridades escolares de que hiciera una excepción en las
prácticas de evaluación vigentes en la escuela Anderson. En adelante ya no se
enviaron más notas a los padres de los alumnos del señor Kilpatrick. Los padres
recibían una informe en el que se anotabanmlas ausencias y el retraso de los
chicos, pero ninguna evaluación sobre el trabajo en clase.
Para resumir
su forma de entender la enseñanza en aquella época, Kilpatrick comentaba así su
experiencia en Anderson:
Lo
importante para el maestro es comprender a cada niño, lo que le permitirá
reconocer lo bueno que hay en él, y dirigir la clase de tal manera que todos
los niños tengan la oportunidad de demostrar las cosas buenas que son capaces de
hacer. Trataba a aquellos niños con afecto. Jamás los reñí, jamás recurrí a
palabras violentas ni amonestaciones.
Procuré
enseñar para que los niños pudiesen sacar algún provecho de ello, y lo hice de
tal manera que ellos mismos vieran que estaban sacando algún provecho. Confiaba
en mis niños. Apelaba a lo mejor que había en ellos, los respetaba como
personas y los trataba como personas. [...] Les daba la oportunidad de actuar
como tales y les demostraba mi
reconocimiento y aprobación por su conducta
13 Más que
buscar un “sistema” para controlar y regular la conducta de los alumnos (lo que
actualmente denominamos la “gestión de la clase”, y que supone pensar que a los
alumnos hay que manipularlos y controlarlos)
14 Kilpatrick esperaba lo mejor de sus alumnos,
los trataba como personas, celebraba sus logros y respetaba sus intereses, a la
vez que trabajaba a partir de sus experiencias y las ampliaba. Kilpatrick había
pensado viajar a Europa para estudiar matemáticas durante el verano que siguió
su periodo de docencia en Anderson, pero el rector de la Universidad de Mercer
le comunicó que había una plaza de profesor de matemáticas y astronomía en esa
universidad. Kilpatrick aceptó la oferta para ocupar esa vacante y comenzó en
1897. Mientras desempeñaba ese cargo, se reunía con futuros profesores de
enseñanza primaria en encuentros semanales de asistencia voluntaria. Para aquellas
reuniones, Kilpatrick pidió a sus alumnos que leyeran, entre otros autores, a
Herbert
Spencer y a William James. Respondió a los intereses expresados
por los alumnos y amplió las lecturas de obras de filosofía a textos de Platón,
Descartes y Hume. Durante su docencia en Mercer, Kilpatrick vio plenamente
satisfecho su deseo de realizar un trabajo sostenido y exigente, y pensó
5 que estas
actividades le proporcionarían un futuro marco a su vida. Estudió las obras de
Nicholas
Murray
Butler, de la Universidad de Columbia. Ya en aquella época tuvo el presentimiento
de que algún día él sería rector de una gran universidad.
Al final de
aquel año en la facultad de Mercer, Kilpatrick se matriculó en los cursos de la
escuela de verano de la Universidad de Chicago. Una de sus asignaturas, aquel
verano de 1898, era impartida por John Dewey. Contrariamente a lo que cabría
esperar, Kilpatrick no apreció mucho las enseñanzas de Dewey en aquella asignatura.
Como reconocería más tarde a propósito de su primeros encuentros:
Cuando
escuchaba a Dewey en sus clases pensaba que era un hombre muy capaz. Lo honré y
lo respeté, pero no conseguí ver en él al maestro que buscaba. Dewey no es un
buen profesor, y no siempre prepara el terreno para que un neófito pueda
seguirlo
El
pensamiento de Kilpatrick en su madurez
En sus
esfuerzos por comprender las ideas y las prácticas de forma global, y por
entender su importancia en el ámbito social y político, Kilpatrick empezó a
concebir la filosofía como ayuda para elaborar una “visión” o “enfoque”
generalizado “de la vida”. En su Philosophy
of education, por ejemplo, Kilpatrick compara el punto de vista democrático con
el dictatorial
. Prosigue
esta tarea analizando los diferentes programas educativos que nacen de estas
tendencias política básicas.
Los
significados del progresismo
Cuando Kilpatrick
se jubiló del
Teachers College en
1938, sus ideas
y actividades habían
sido ampliamente discutidas en
los medios universitarios y
docentes. Kilpatrick siguió
gozando de una reputación de profesor de primera
categoría y fue una figura muy querida entre sus alumnos. Como observaba Herbert M.
Kliebard, Kilpatrick llegó
a ser “el
profesor más apreciado
en la historia
de Teachers College”
33. La
fuerza de su
compromiso con la
educación también se
refleja en el
hecho de que Kilpatrick participó en la fundación de Bennington College,
en Vermont, y fue miembro de su
junta directiva durante
siete años. Su
compromiso social también
se pone de
manifiesto en su papel de presidente de la New York Urban
League, entre 1945 y 1951.
10 Las ideas y visiones pedagógicas de Kilpatrick se
proyectaron en el tiempo, incluso después de
su muerte, ocurrida
en Nueva York
el 13 de
febrero de 1965.
Poco después, la revista
Educational theory
le dedicó
un número especial
en homenaje, y
varios de sus
colegas escribieron emotivos
artículos sobre el hombre y sus ideas
34. Su amor por la enseñanza y la popularidad de sus ideas sobre
la educación merecen
aún reflexión. Sin
embargo, su encanto personal y
el programa que elaboró para la
educación en Estados Unidos no son todo. Kilpatrick hacía hincapié en la
necesidad de que todos los educadores investigaran y dieran preferencia a
la reflexión lúcida.
Además, las ideas
de Kilpatrick, junto
a Dewey y
muchos otros, siguen ofreciendo
alternativas educativas a
las corrientes que
se centran en
la eficacia, la normalización, el
control y la
manipulación. Kilpatrick proponía
una manera de fundir verdaderamente el aprendizaje y la
vida, y de modificar la naturaleza.
no entiendo tus números
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